Las hay fugaces, más o menos brillantes e incluso podemos
distinguirlas de los planetas por su luz, sin embargo, si alguien te pregunta, ¿cómo
definirías una estrella sin decir “un punto brillante en el cielo nocturno?”
Las estrellas son esferas de gas que se mantiene unido
gracias al equilibrio entre la fuerza gravitatoria de la masa que la conforma y
que tiende a agruparla y el gas que tiende a expandirse. Las estrellas son
altamente energéticas debido a las reacciones nucleares que se dan en su interior,
de una gran potencia.
Podemos observar estrellas situadas a millones de kilómetros
de distancia gracias a esta energía que generan y que se emite al espacio
exterior en forma de radiación electromagnética (luz), neutrinos (partículas
‘exóticas’) y viento estelar (gas).

Si quieres distinguir el brillo en mitad de la noche de los
planetas y las estrellas, basta con que analices cómo es la luz que ves: si
titila, se trata de una estrella. Este titilar es debido, según explican en la
Sociedad Española de Astronomía, a las distorsiones ópticas que produce la
turbulencia y las diferencias de densidad de la atmósfera terrestre.
Las estrellas tienen temperaturas muy distintas entre sí.
Las más frías pueden alcanzar temperaturas en su superficie de aproximadamente
2000 ºC mientras que las más calientes pueden llegar a 50.000 ºC o incluso pueden
llegar a ser más calientes.
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